Todos los 19 de enero, desde hace más de 60 años, una misteriosa figura dejaba rosas y una botella de coñac medio vacía en la tumba del escritor Edgar Allan Poe, en Baltimore. Ayer, no apareció nadie (en la imagen, la chica que los dejó en su sustitución).

Poe murió en circunstancias misteriosas el 7 de octubre de 1849. Unos días antes lo habían encontrado en las lluviosas calles de Baltimore, delirando en la calle, vistiendo ropas de otro tamaño que no eran las suyas, con el pelo enmarañado, la cara sucia, y la mirada perdida. En los días que estuvo en el hospital no llegó a estar lo suficientemene lúcido como para explicar las causas de su estado. Llamó a "Reynolds" en más de una ocasión, pero nadie sabía de quién se trataba.

Los papeles de la autopsia y el certificado de su muerte se han perdido o extraviado. Los periódicos anunciaron muerte por "congestión cerebral" o "inflamación cerebral", eufemismos para muertes por alcoholismo. La especulación se disparó, incluyendo teorías de suicidio, o de que fue asesinado por razones políticas (de voto). Su rival Griswold publicó una esquela difamatoria, y también una biografía en la que lo presentaba como un alcohólico depravado. Con el paso del tiempo, las difamaciones de Griswold han perdido potencia. Algunas de las cartas iniciales que se han recuperado negarían la intoxicación alcohólica. En cualquier caso, las causas de su muerte siguen siendo un misterio.

Un siglo después, el misterioso (o misteriosa) visitante empezó a dejar anualmente una rosa y el coñac. Vestía gabardina negra, sombrero, y se cubría la cara con una bufanda. En ocasiones, dejaba notas. En 1993 anunció que "pasaría la antorcha", y en 1999 la nota decía que el visitante original había fallecido en el 98 y ahora venía su "hijo".

Hay libros y películas sobre el tema (yo tengo por aquí el genial La sombra de Poe), y también dos artículos recomendables en la Wikipedia.